Sunday, November 01, 2009

Comentario Before the frost....until the freeze Rockaxis.com

The Black Crowes
[Before the Frost...]
The Black Crowes

2009. Silver Arrow

Pasados ya 20 años de interrumpida carrera, los Black Crowes podrán tener muchas caras y facetas, pero sólo una identidad. Uno puede aplaudir sus feroces rocanroles y disfrutar sus sensacionales baladas por igual; sin embargo, es indesmentible que hay una cadencia, una velocidad, y un sonido que dieron vida a un estilo propio del grupo, y que difícilmente se alejen de él, independiente de los trucos que puedan emplear.

Tampoco les pediríamos que marquen mucha distancia con su identidad sonora, pues la última vez que lo intentaron, los resultados fueron bastante irregulares, el 2001, con “Lions”. Así es que de esa manera comenzamos a revisar este “Before the Frost”, identificándolo como “el disco más Black Crowes” que podrían haber hecho, y que como notaremos, así como ello implica ciertas glorificables virtudes, cae por momentos en lo predecible.

Los hermanos Chris y Rich Robinson saben hacer canciones. Saben enrostrarte que, le guste a quien le guste, no hay en su generación otros músicos como ellos. Hace años que dejaron de hacer “un buen single”, y pasaron a la división mayor, compitiendo por “las grandes canciones”. Y es también en esa área donde el análisis de “Before the Frost” se enriquecerá.

El arranque es con una de esas que son la marca de fábrica, que lleva por nombre ‘Good Morning Captain’, y que mezcla ese ritmo golpeado con la brisa sureña, llegando a un buen coro con naturalidad, y que podemos sentir la fuerza de toda la banda detrás, lo cual habla del fiato que ha logrado esta reencarnación cuerva, especialmente con Luther Dickinson ya mejor acomodado a la tremenda responsabilidad de continuar el trabajo abandonado hace rato ya por Marc Ford.

‘Been a Long Time’ entra con mucha fuerza, y velozmente cae en esa sensación de carretera muy tradicional. Se nota una mayor musculatura que en el notable re-estreno que había sido “Warpaint”, y eso marca algo de distancia entre un trabajo y otro. Pero hay otra diferencia, que llama más la atención: las mismas canciones. ‘Appaloosa’ es una buena balada, pero no es ‘Oh Josephine’, por citar un ejemplo. Temas de este estilo los Crowes tienen decenas, y cuesta encontrar algo que haga de ‘Appaloosa’ un momento para conservar en la memoria y pararla de igual a igual con ‘She Talks to Angels’, ‘Sister Luck’, ‘Thron in My Pride’, ‘Descending’ o incluso ‘Miracle to Me’. Bueno, el etcétera en este caso es extenso, pero continuemos con la travesía.

‘A Train Still Makes a Lonely Sound’ vuelve a los referentes de siempre, los Faces, en sus temas del estilo ‘You’re So Rude’, más narrativos que fiesteros, y el uso que hacen de dicha vibra los Robinson es similar. El desembarco tiene como siguiente parada el que es lejos el momento más llamativo de la placa, el primer single ‘I Ain’t Hiding’. Esa línea de bajo, ese baile casi discotequero al cual predispone, caen muy bien con esas vocecillas que, por más obvio que sea, hacen inevitable recordar a los Rolling Stones de hace 35 años. La mayor gracia del corte está en lo que la edición más corta para promoción radial no alcanza a mostrar: la constante rebelión guitarrera que enfrenta al atrevimiento musical con la vieja tradición rocanrolera del conjunto. A primeras, a alguno podrá disgustarle el estilo de ‘I Ain’t Hiding’, pero el resultado final, lleno de colores y estímulos, es sencillamente brillante.

Estamos ahora en ‘Kept My Soul’, pegajosa, a ratos hostigosa, con un Chris bien frontal, pero que no alcanza para hacer despegar la canción. Lo mismo detectamos con ‘Appaloosa’, ¿no? Claro, una balada que tiene cierta responsabilidad que cargar, y que no es capaz de hacerlo, y eso es algo que no podemos decir de ‘What is Home’, a cargo de Rich, que es luminosa como ninguna otra en este álbum.

Por fortuna, ‘Houston Don’t Dream About Me’ también juega consigo misma, se da vueltas, más que impredecible, es de libre espíritu, y esa naturalidad de agradece. La canción se embellece a sí misma, y hace promesas que no cumple, pero se sale con la suya y es absurdamente convincente. La misma actitud posee ‘Make Glad’, empujada por un motor con muchos años de uso, pero con un diseño suficientemente moderno como para hacerla parecer algo novedoso, que es lo que a ratos le falta a los Black Crowes en este “Before the Frost”.

No lo he mencionado aún, pero este disco fue grabado en vivo en un estudio con público. Un par de decenas de privilegiados vieron el proceso de registro de los temas, y eso justifica los aplausos que acompañan los cierres de cada track. Es imperioso decir, eso sí, que aquello está completamente demás, no es ningún aporte sustantivo, y solamente ensucia.

Continuando con la placa, en los últimos instantes de la misma, se termina haciendo evidente cómo lo mejor del disco coincide con los mayores atrevimientos. Ahí está ‘And the Band Played On’, para musicalizar las mejores historias de rocanrol que alguien pueda tener. Gran melodía, buena energía, y por fin, se da algo de interacción ente el grupo y el público. Ahí sí se entiende, y se justifica. El cierre, a cargo de ‘Last Place That Love Lives’, está bien en vivo, es cierto, pero le alta un poco de vida. Parece demasiado personal, algo a lo cual no estábamos acostumbrados.

Este álbum tiene una segunda parte, “…Until the Freeze”, que está para descarga a través de un código que se obtiene por la compra de “Before the Frots”. Escuchando las 10 canciones que este otro lanzamiento tiene, es fácil explicarse porqué no formaron parte del trabajo principal. Paseos country, ensayor estilísitocs varios, un par de baladas, un cover a Stephen Stills, y alguna que otra pieza de cierta inspiración, como podrían ser ‘Shady Grove’ y ‘Fork in the River’, que como clausura, creo que las hace mejor que ‘Last Place That Love Lives’.

¿Cuál es el balance? Disparejo. Y es que los Black Crowes se mueven a ratos con excesiva comodidad por su propia obra. Haciendo el paralelo con algún otro álbum, sufre de lo mismo de “Three Snakes and One Charm” de 1996: es un disco que los retrata casi a la perfección, pero que se atreve poco, cae en la tan temida monotonía, y ofrece un número insuficiente de canciones “inolvidables” como para validarse fácilmente ante un catálogo pasado que no tiene nada que envidiarle a los grandes nombres del rock norteamericano de los últimos 20 años. Placentero, sí. Imprescindible, no.

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